lunes, 17 de octubre de 2016

The Girl on the Train, Paula Hawkins


Sí, ya sé que llego tarde con este libro. Llego tan tarde, de hecho, que parece que me estoy aprovechando del estreno de la versión cinematográfica, pero os juro que ha sido solo casualidad. Lo que pasa es que yo no suelo comprar los libros de tapa dura porque tengo como estricta norma no gastarme más de diez euros en cada libro (a no ser que sea alguna autora que conozco, o un libro que me ha recomendado gente que me conoce bien y sé que me va a gustar, o uno de los libros del Irakurle Kluba). Teniendo en cuenta que cada vez que entro en una librería nunca salgo con menos de cuatro libros, esta norma es la única manera de asegurarme de poder comer todos los días.

Pero al final ha caído, porque siempre pico con los bestsellers, por más que maldiga de ellos, y si son de novela negra más todavía. Sinceramente no sabía de qué iba la historia, más allá de que la pasajera de un tren es testigo de algo que ocurre al otro lado de su ventana, y me sorprendió gratamente nada más empezar a leer. Escrita en primera persona, la novela nos introduce de lleno en las vidas de Rachel, Anna y Megan, tres mujeres que tienen mucho más en común de lo que piensan en un primer momento. Rachel es alcohólica, está divorciada y se ha quedado sin trabajo; Anna es la nueva mujer de su marido, con la que él ya se acostaba antes de divorciarse y a quien dejó embarazada cuando Rachel no podía tener hijos; y Megan es vecina de Anna, a la que Rachel no llegó a conocer porque se mudó al barrio con su marido después de que ella se marchara. A Rachel le gusta ver a Megan desde la ventana del tren. Le ha imaginado una vida perfecta, la que tenía ella con su ex-marido, y por eso, cuando Megan desaparece, siente el deseo de saber qué ha pasado y ayudar en la investigación. Pero claro, ¿quién va a creer a una borracha que sigue rondando a su ex-marido aunque él le ha dejado claro que no quiere volver a verla? Por muy valioso que sea lo que tiene que decir, nadie la cree. De hecho, ni ella misma confía en sus actos. El día que Megan desapareció ella estaba en el barrio, tan borracha que no recuerda nada. ¿Qué paso? ¿Qué parte de responsabilidad tiene ella?

La chica del tren es una novela ágil y entretenida que sabe labrar muy bien las personalidades de sus protagonistas. A base de pinceladas las vamos conociendo, a ellas y a quienes las rodean, y nos damos cuenta de que nadie es perfecto, que todo el mundo cojea por algún lado. El caso de Rachel parece obvio, pero pronto vemos el tipo de persona que es Anna, y no digamos ya Megan. ¿Y sus maridos? No es oro todo lo que reluce. Rachel tiene que hacer un esfuerzo por recordar, porque en su mente se guarda la clave de lo que ocurrió.

Aunque me ha resultado una novela entretenida, no creo que me pillen en el cine viendo la película. Tampoco es que sea de los libros que dejan huella, y ha vuelto a cansarme el tema de la maternidad. ¿Por qué siempre que la protagonista es una mujer se tiene que hablar de su capacidad o falta de ella para tener hijos? En un momento de la novela, Rachel dice algo así como "una mujer es juzgada por su físico y por sus hijos; yo no soy madre y soy fea, así que no valgo nada". Toma. Y no digo yo que no sea lícito poner algo así en boca de un personaje femenino, pero es que me resulta ya muy repetitivo.

Con todo, una buena forma de pasar el tiempo. Lectura perfecta para no pensar demasiado (y pillar al asesino en el primer cuarto del libro).


                                                                  

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