lunes, 10 de noviembre de 2008

Películas: Dogma



Ayer, después de pasarme la tarde estudiando fonética, me entró un agobio del quince pensando que mi pronunciación era cuando menos deficiente (más bien horrenda) y me hice la firme promesa -otra más- de ver una película o escuchar una grabación al día que me permita ir haciendo oído. Mirando en mi videoteca me di cuenta de que todas las películas que tengo las he visto recientemente y, como no me apetecía bajar al videoclub, eché mano de una que tenía en el ordenador, que hacía mucho que no veía: Dogma. Enseguida me di cuenta de lo acertado de mi elección.

"Dogma" es una película hecha a mi medida. Aparte de que mi querido Alan tiene un papel estupendo, aunque no sea muy protagonista, la temática de la cinta es una de las mejores que he visto nunca. Dos ángeles que en su día fueron expulsados del paraíso por no querer acatar las órdenes de Dios han encontrado una puerta trasera por la que colarse de vuelta. Su regreso supondría probar que Dios es falible, que se puede equivocar, y eso equivaldría al fin del mundo y de la existencia. El ángel Metatrón es enviado a la Tierra para pedirle al último miembro de la familia de Jesús (que trabaja en una clínica abortista) que le ayude, ya que Dios ha bajado a a la Tierra en una de sus excursiones mensuales y no consiguen dar con ELLA. Para ayudarla, la protagonista contará con la inestimable colaboración de Jay y Bob, dos obsesos del sexo, y el apóstol número trece, que fue eliminado de la Biblia por ser negro. La misión de este último es también recordar a la gente que Jesús era negro.

Todo esto salpimentado con hilarantes guiños a las musas, a los profetas y a diferentes hechos bíblicos que consiguen no ofender a nadie, porque no creo que haya nadie que pueda ofenderse con frases como "Jesús odia que se creen guerras en su nombre", o "Dios no quiere que haya creencias, sino ideas; puedes cambiar de idea, pero cambiar una creencia es mucho más difícil". Para una atea como yo, es el caramelo perfecto para una tarde de domingo.

Altamente recomendable para pasar un buen rato y quedarse con un regusto estupendo en los labios. A nadie dejará indiferente la actuación de Alan Rickman, desternillante, y hasta Ben Affleck hace un papel más que decente. Caras tan conocidas como Salma Hayek o Chris Rock amenizan una cinta que se disfruta del minuto uno hasta el final, donde Alanis Morrissette (perdón por las faltas de ortografía en el nombre) aparece como Dios.

Simplemente, genial.

domingo, 9 de noviembre de 2008

La ladrona de libros, Markus Zusak


La ladrona de libros lleva en mis estanterías desde junio, cuando las madres de mis alumnos me lo regalaron. No sabía nada de este libro, no sabía de qué iba ni si me iba a gustar. La portada no me decía nada. Mis expectativas eran nulas. No encontraba el momento de ponerme con él, porque había muchos otros libros que me interesaban antes que éste.

Hasta que leí la primera línea. Y me encontré con una historia narrada por la Muerte.

Un libro así no se puede dejar. Un libro que empieza con la muerte de un niño pequeño, el abandono de una niña a una familia de acogida y la sombra de la segunda guerra mundial empañándolo todo es imposible de dejar de leer. Ni una sola vez trata de darnos lecciones de humanidad, sino que se limita a describir a los humanos desde el punto de vista de una niña que lo ha perdido todo menos la inocencia, que es capaz aún de ver el lado bueno de las personas, que no ve razas, colores o ideologías, sino personas y palabras. La lucha de una niña y todo su entorno contra un mundo que se desmorona, y de fondo la imagen de una Muerte benigna a la que a veces le duele hacer su trabajo.

No voy a hablar del contenido del libro, porque creo que su belleza estriba en ir descubriendo los pasajes junto con Liesel, la niña protagonista, otra cosa sería destripar el libro. Sólo diré que terminarlo -anoche, arrebujada contra el frío dentro de una buena manta- me provocó un ataque de llanto como hacía tiempo no me provocaba ningún libro. Dos fueron los motivos: el horrendo final, que le parte a una en dos, y el hecho de haber terminado un libro que me ha encantado.

Lo único bueno: que el autor, Markus Zusak, es lo suficientemente joven y talentoso para deleitarnos con más obras como esta. Aunque dudo mucho que sea capaz de mejorar su ópera prima.