domingo, 2 de octubre de 2016

Cinco horas con Mario, Miguel Delibes


No leía este libro desde el instituto, pero llevaba años queriendo hincarle el diente otra vez. Aunque tenía apenas dieciséis o diecisiete años cuando lo leí, me dejó un regusto muy agradable, por más que mis compañeras y compañeros de clase maldijeran a la "chapas" de la viuda que se pasaba la noche hablando y recordando toda su vida. Ahora me doy cuenta de que, a pesar de que me gustó, no capté ni la décima parte de los múltiples significados que tiene este libro. Por suerte, siempre se puede volver a ellos cuando ya tienes la capacidad de entenderlos.

Carmen y Mario son un matrimonio de opuestos. Él es liberal, un librepensador, alguien con unos principios muy férreos que no se deja comprar en una sociedad en la que los amigos valen más que los títulos, como bien le recuerda su mujer en el velatorio. Aunque no se le define como tal, no a las claras, sus actos y pensamientos coinciden con los republicanos y es muy crítico con el régimen de Franco. Carmen, por contra, es una mujer chapada a la antigua, de familia "bien", que no comprende a su marido y no ve nada malo en aceptar cargos, regalos o favores, porque se tiene por especial, diferente, por encima de la media. Es seguidora del régimen, como su padre, como quieren que sean sus hijos e hijas. Él, escritor y filósofo, escribe de manera que solo unos pocos tienen alcance a sus libros. Carmen no es una de ellas. No entiende a su marido, no comparte sus principios, no logra comprender por qué no escribe novelas de amor en lugar de historias sobre soldados a los que les duelen los pies. En el velatorio de Mario, Carmen se pasa cinco horas echándole en cara una vida llena de estrecheces, de desprecios, de angustias. Ninguno de los dos ha sido feliz en su matrimonio. Se querían, pero no se entendían.

Cuando lo leí allende los tiempos, mi conexión con Mario fue total. Pobre hombre, pensaba, cómo ha aguantado a esta pesada tanto tiempo, hay que ver qué ideas más retrógradas, franquista asquerosa. Pero esta vez, mi lectura ha sido completamente distinta, igual que la del propio Delibes, que prologó la edición de 2008 y se puso del lado de Menchu. Como el mismo autor dice, Mario nunca intentó explicarle las cosas a su mujer. Nunca se esforzó por educarla, por tratarla como a una igual; desde el principio tuvo que ver qué tipo de educación tenía ella, de qué tipo de casa venía, entonces ¿por qué se casó con ella, si es obvio que despreciaba sus ideas, sus creencias? ¿Por qué no le explicó las cosas desde su punto de vista en lugar de ignorarla y tratarla como si fuera estúpida? Porque no habría habido novela, como dice Delibes. Pero Mario hubiera sido mucho mejor marido.

Me sorprende mucho que un libro como este escapara a la censura franquista, aunque supongo que se puede leer como una crítica a todos los contrarios al régimen (al fin y al cabo Mario ha muerto, la que sobrevive es Carmen, cuya voz oímos criticando todo lo que criticaba el régimen). Trata temas como el sexo, la homosexualidad (muy de refilón, pero ahí está), la educación de las mujeres, las relaciones extramatrimoniales, la lucha de clases, y lo hace todo con tal tacto que parece que son, simplemente, las palabras de una ama de casa amargada e insatisfecha, porque hay que ver el bueno de Mario qué caso le hacía a su mujer. Es, ni más ni menos, uno de esos libros que, al acabarlos, te deja un vacío dentro, porque sabes que te va a ser difícil encontrar algo tan maravilloso que llevarte a los ojos de nuevo. Ese "a ver qué leo yo ahora" es, probablemente, el mejor sabor de boca que te puede dejar un libro.

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