martes, 6 de junio de 2017

Saga Dos amigas, Elena Ferrante


Lo reconozco: a veces me dejo engatusar por las modas y los best-sellers. A veces pico, sí, y me salto mi estricta norma de "máximo diez euros por libro" que me ayuda a llegar a fin de mes cuando arramblo con media docena de libros en la librería, y termino cediendo y gastando veinte eurazos en un libro nuevo porque es lo que todo el mundo está leyendo y yo también quiero opinar sobre él. Cuando hago eso, la suerte puede variar: a veces acierto, a veces no. Con la saga Dos amigas creo que es justo decir que he acertado a medias. 

En estos cuatro libros, la escritora que se oculta tras el pseudónimo de Elena Ferrante nos cuenta la historia de Lenù (Elena Greco) y Lila (Rafaella Cerullo), dos niñas nacidas en los cuarenta en un barrio de Nápoles, desde el punto de vista en primera persona de Lenú. Las conocemos de niñas y seguimos sus juegos desde el momento en el que Lila tira la muñeca de Lenù al patio de don Achille, un hombre con fama de avaro, ogro y poco menos que un monstruo. Las dos van a la casa de ese hombre que tanto miedo les da a recuperar sus muñecas, pero parecen haber desaparecido. Don Achille les da dinero para que se compren otras muñecas; en su lugar, Lenù y Lila se compran un libro: Mujercitas. El sueño de ambas es convertirse en escritoras y vivir de lo que escriben. 

Sin embargo, las dos recorrerán caminos muy distintos, aun sin salir del barrio. La maestra de la escuela en la que las dos destacan quiere que estudien y trata de convencer a las familias de ambas de que las mantengan en la escuela; con Lenù lo consigue, pero con Lila no, a pesar de que Lenù está segura de que la lista es su amiga. Para Lenù, Lila es capaz de hacer todo mejor que ella, casi sin proponérselo, pero la propia Lila parece pensar de otra manera, aunque nunca conseguiremos entrar en su cabeza. La conocemos a ella y a todos los personajes de sus vidas a través de los ojos de Lenù, que, por supuesto, cumple su sueño de ser escritora (y, claro, termina escribiendo el libro que tenemos entre manos).

La relación de ambas es lo que guía las cuatro novelas, con resultados diferentes en cada una de ellas. He de reconocer que La amiga estupenda me gustó mucho y me cautivó lo suficiente para salir corriendo a comprar la segunda, y Un mal nombre tuvo un efecto muy parecido. Su estilo, su manera de escribir, las descripciones y la forma de presentar un entorno que tan pocas veces vemos en la literatura contemporánea me hechizaron desde el primer momento. Algunas de las imágenes que utiliza, sus descripciones, me parecieron sublimes, y me arrepentí de no haber leído estos dos libros con un lápiz para subrayar mis trozos favoritos, como hago a veces. Me vi identificada en muchas de las cosas que la Lenù adolescente pensaba y hacía. 

Pero tanto Las deudas del cuerpo como La niña perdida me parecieron bastante más simples, peor escritas. O quizás fue que estaba empalagada de la atmósfera (aunque no las leí seguidas, precisamente para evitar hartarme), que el estilo de Ferrante engatusa en la primera lectura pero luego destiñe, o que, sencillamente, me apetecía cambiar de libro y no lo hice por terminar la saga. Lo que sí sé es que empecé a enfadarme con la protagonista. Lenù empezó a actuar de forma que no tenía sentido con el personaje que yo me había creado en la cabeza, o es que quizás hasta ese momento había empatizado tanto con ella que no entendí sus actos porque yo no lo hubiera hecho así (me pasa a menudo). Lo cierto es que no me pesó despedirme de ellas y cerré el libro con alivio al darme cuenta de que no había más, porque soy de las que no pueden dejar un libro a medias... y una saga tampoco, aunque ya decaiga.

Otro de los detalles que termina chirriando en los dos últimos libros es el repentino deseo de mostrar la sociedad italiana desde todos los puntos de vista, algo que en los dos primeros no pasa. No me refiero a que no deba hacerlo porque no pega con la historia, ni mucho menos, sino que pasa de describir un mundo muy cerrado, muy reducido, a querer abarcar todos los males de Italia en los dos últimos tomos. Claro que en estos dos libros las protagonistas ya son adultas y les afecta más lo que pasa a su alrededor, por lo tanto no deja de tener sentido. Pero como lectora me descolocó bastante, porque hasta entonces no había sido más que un folletín muy bien escrito y de repente se convirtió casi en un panfleto político. 

En resumen: no es para tanto. Son libros bien escritos que cuentan muy bien una historia muy bonita, pero ya. La solapa que recubre los libros anuncia la saga como un clásico moderno, y tampoco es eso. He leído libros mucho mejores que no han recibido ni una mínima parte del bombo que ha recibido este. Pero ya se sabe que una buena campaña y la publicidad hacen milagros...

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