jueves, 3 de noviembre de 2016

The Handmaid's Tale (El cuento de la criada), Margaret Atwood


Este es otro de los libros que tuve la suerte de poder leer en la carrera de filología inglesa. Tuvimos como asignatura "Literatura canadiense", y gracias a ella descubrí a varias autoras que pronto se convirtieron en favoritas. The Handmaid's Tale atrapa desde el primer momento, desde la primera página, pero no es un libro que se lea rápido. Al menos yo lo he bajado en más de una ocasión, la cabeza a punto de explotar con imágenes y sensaciones que, aunque distópicas (creo que acabo de inventarme una palabra), parecen no solo reales sino posibles.

La novela nos describe una sociedad futura y a la vez pasada. Futura, porque era el futuro de Margaret Atwood cuando escribió la novela, pero, a diferencia de distopías que se dan décadas o siglos más tarde que el momento real de la escritura, en este caso apenas se adelantó unos años en el futuro. Esta sociedad, situada en lo que antes era conocido como Estados Unidos, acaba de nacer; en ella, las mujeres han perdido todos sus derechos y han sido divididas dependiendo de su capacidad reproductiva y su estatus social. Están las Esposas, cuyo único objetivo en la vida es ser "mujer de", asegurarse de que el servicio haga bien sus tareas y hacer eternas bufandas (eso las clases altas: las Econoesposas tienen que hacerlo todo ellas, y hasta en la ropa se las distingue). Están las Martas, las cocineras y criadas de toda la vida. Y están las Doncellas: mujeres que aún son fértiles pero cometieron algún tipo de "pecado" en su vida pasada (antes de fundarse la nueva sociedad), como divorciarse o tener hijos fuera del matrimonio. Su labor es procrear para los Comandantes y sus Esposas, tener hijos que darles y así, con suerte, no ser enviadas a las Colonias, donde la esperanza de vida nunca es superior a tres años. Este nuevo mundo se llama Gilead y está en guerra con los infieles, o sea, cualquiera que no piense como ellos o profese la religión que a ellos les parece adecuada. Todos las leyes de la nueva república tienen carácter retroactivo, y todo aquel que haya llevado a cabo un aborto, o se haya divorciado, o haya siquiera vendido revistas eróticas tiene que purgar sus crímenes. La Pared está siempre llena de cuerpos sin vida expuestos para que todo el mundo entienda que nadie puede escapar. Hay Ojos por todas partes. A las Doncellas ni siquiera se las permite hablar entre ellas.

La historia está escrita con una maestría tal del tiempo narrativo y entremezcla tantas historias que resumirla aquí me da hasta vergüenza. Offred, a través de cuya voz escuchamos sus vivencias, busca la manera de no volverse loca, de salir de su situación, de recuperar a su hija y a su pareja, a quien cree muerto. En ningún momento da su nombre real y es muy consciente de que no es la primera Offred de esa casa por un mensaje que ha encontrado (Offred: of Fred. De Fred, propiedad de su Comandante). Su esperanza de salir de la situación en la que se encuentra es mínima, pero te mantiene pegada a la página, porque no puedes creer que una persona haya perdido tanto. El capítulo final, una especie de epílogo que aclara cualquier duda que nos pudiera quedar sobre Gilead, es terrorífico: Gilead duró muchos años después de que la historia de Offred terminara.

Me gustan leer este tipo de libros en los que el mundo parece llegar a su fin, sobre todo porque pienso que eso nunca podrá pasar, que la gente de la calle se levantará y no lo permitirá. Pero entonces veo las noticias, o leo la última ley injusta que nos están colando por la escuadra, y me planteo que quizás Orwell, Atwood o Huxley eran (son) en realidad unos visionarios a quien deberíamos hacer más caso. Demasiadas de las cosas que se cuentan en este libro me parecen posibles ya.

2 comentarios:

Chari dijo...

¡Hola Ruth!: Conozco tu libro, pero no sabía que tenías un blog; ahora mismo te sigo ;)

Descubrí este libro hace años por casualidad y desde entonces está en la lista de mis pendientes: me llamó muchísimo la atención una distopía en la que se divida a las mujeres así y estaba segura que me daría mucho que pensar. Realmente siempre he pensado que una buena distopía es aquella que te hace reflexionar y hasta te da un poco de miedito porque la ves hasta factible en la época actual. Me encantan Orwell y Huxley pero a la hora de futuros extraños, me declaro fan de Philip K. Dick.

En fin, que con el nuevo boom de este libro me ha vuelto a dar la curiosidad de este libro y leyendo tu reseña mucho más. Tu forma de destacar la maestría narrativa de la autora y que digas que fue una suerte leerlo, me crean ansia viva por este libro jajaja.

No puedo marcharme sin decirte que me hiciste pasar muy buen rato con la lectura de Armarios y Fulares y que en breve compartiré la reseña que he escrito (Soy Chari_Escudero en twitter, una de las participantes de la #LC4Gatos).

Perdón por este tocho que te dejo por comentario. Magnífica reseña ;)

Besos.

Ruth dijo...

¡Hola, Chari! Gracias por el comentario, ¡y de tocho nada! No uso mucho el blog, escribo pocas reseñas, pero a ver si me animo y vuelvo a darle un poco de caña.

Me alegro de que te haya gustado Armarios y Fulares, y si te hizo pasar un buen rato, objetivo cumplido. Sobre El cuento de la criada, qué decir, es una obra maestra. Léelo con calma, porque tiene tela, sobre todo por la situación en la que estamos ahora mismo con las leyes sobre el aborto y demás que se están firmando en varios países. Es como si esta mujer hubiera tenido poderes a la hora de escribirlo.

Por cierto, yo también soy fan de Dick, aunque no he leído tanto de él como me gustaría. En cuanto termine el que estoy leyendo, atacaré el de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, al que le tengo muchas ganas.