miércoles, 9 de julio de 2008

El cuaderno dorado, Doris Lessing


Cuando termino un libro, lo primero que me suelo preguntar es: ¿me ha gustado? Normalmente la respuesta no es un sí o un no radical, sino una larga gama de respuestas intermedias que van desde el " estoy deseando leérmelo otra vez" al "no se lo recomendaría ni a mi peor enemigo". Si he conseguido terminarlo no suelo llegar hasta este último extremo porque he abandonado antes, pero me he leído muchos libros hasta la última página ("mejorará, tiene que mejorar") para luego querer estamparlos contra la pared, así que alguno ha habido.
Aunque no ha sido este el caso con El cuaderno dorado, más que nada porque con este libro no he podido responderme. Ahora mismo, horas después de haberlo acabado y con las imágenes de la historia frescas en mi mente, no puedo decir si me ha gustado o no. Sé que no lo voy a volver a leer, porque creo que es un libro que deja un poso demasiado fuerte para retomarlo. Sé que he aprendido mucho con él. Sé que no sé nada (bueno, ahora algo más) sobre el movimiento comunista de la primera mitad del siglo XX. Y sé que muy pocas veces una autora (o una lectora) se atreve con una estructura tan compleja como la que ha utilizado Lessing en esta obra.
Es esta una novela que rompe todo tipo de esquemas y clichés, y en todos los ámbitos. El primero, como ya digo, el de "me gusta, no me gusta". No creo que se pueda juzgar así, porque simplemente (lo de simplemente va con toda la coña del mundo) es una novela que te cambia por dentro, que te hace pensar, y que te hace llegar a la conclusión de que ni tu vida es lo suficientemente compleja, ni tus sueños dicen todo lo que debieran, ni vives tu vida con la intensidad necesaria. Por no hablar, por supuesto, de lo suciamente capitalista que te hace sentir, y las ganas de entrar a formar parte de cualquier organización comunista que se anuncie en tu barrio. Luego está la estructura, que no es lineal; durante muchas páginas no tenía muy claro qué Anna me estaba hablando, la del pasado, presente o ficción. Por no hablar del estilo que, aunque dice en una sola frase más de lo que cualquiera de nosotros podría expresar en diez páginas, llega a hacerse tan difícil de leer que a veces hay que dejar el libro y ver un rato la tele.
Ni siquiera explicar el tema del libro es sencillo. La novela está dividida en dos partes: una pequeña novela sobre Anna Wulf (que, según el prefacio de la propia autora, es la estructura sobre lo que se basa todo lo demás) y lo que Anna Wulf escribe en sus cuatro cuadernos. Tiene cuatro cuadernos en lugar de uno porque se siente dividida. Es una mujer que cría sola a su hija después de divorciarse de un hombre al que nunca quiso, una mujer que escribió una novela que fue un gran éxito como por pura casualidad, una mujer que no puede seguir escribiendo, una mujer que desea volver a casarse. Ha dividido sus cuadernos en un diario, uno que relata sus experiencias políticas, otro donde trata de escribir historias cortas y otro en el que recoge fuentes que le puedan servir para escribir (o eso me ha parecido a mí, porque ni eso me ha quedado claro). Escritora, madre soltera y comunista en los tiempos de Stalin, Anna es una mujer que se considera liberada, o trata de serlo, aunque sus escarceos con hombres (todos casados) parecen indicar que lo que siente en realidad es una gran dependencia hacia ellos. La misma Anna nos describe sus sueños, sus emociones, sus aventuras, y resulta extremadamente complejo no perderse con ella en el abismo de la locura cuando empieza poco menos que a delirar al final del libro. Las menciones a la muerte son constantes, el miedo a la bomba H está presente en todas sus decisiones, los amantes que escoge están más locos que ella y al final del libro una no tiene muy claro cuál es la parte que se debe tomar como la Anna "verdadera" y cuál la de ficción.
Describir las sensaciones que este libro provoca es tan complicado que lo voy a dejar aquí, porque me eternizaría y no conseguiría acercarme siquiera al gran enigma que han supuesto para mí algunas partes del libro. Es una novela perfecta para entender el proceso de la liberación de la mujer, al menos desde el punto de vista sexual, aunque a ratos tenía problemas para recordarme que estaba leyendo algo escrito hace más de cuarenta años, cuando siquiera pensar en la liberación de la mujer ya era un logro en sí mismo, y no enfadarme por algunas afirmaciones que Lessing hace en boca de sus personajes (como que los hombres moldean lo que somos, cosa que no dejaba de ser cierta en aquella sociedad, lo sé, pero que hoy en día me suena fatal).
En resumen: ¿lo recomendaría? Sí, pero no a todo el mundo. Tiene que ser alguien con la capacidad de concentración suficiente para no perderse entre los cuadernos, alguien que sea capaz de bucear en un océano lleno de palabras que a primera vista parecen vacías y luego encierran significados ocultos. Alguien que no se vaya a rendir cuando vea que las cien primeras hojas son un discurso comunista sobre el colonialismo en África, vaya.
A todos los valientes, les animo a intentarlo. El esfuerzo vale la pena (que luego os guste o no, es otra cuestión).

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