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jueves, 8 de septiembre de 2016

Harry Potter and the Cursed Child, JK Rowling, John Tiffany, Jack Thorne


Pocas veces me he enfadado tanto con un libro. Que yo recuerde, solo una vez antes he deseado lanzar un libro contra la pared, pisotearlo y destrozarlo, gritarle varios improperios al autor y exigir la devolución de mi tiempo y mi dinero. En este caso, por suerte, la inversión en horas ha sido mínima, aunque el libro me ha costado un precio exorbitante para la calidad que me ha ofrecido después. Pero sobre todo me da rabia que me hayan arrancado la ilusión de semejante manera. ¡Que es Harry Potter, joder! ¡Con las cosas serias no se juega!

Quizás sea que he leído una historia que está pensada para otro medio. Me imagino que leer un guión cinematográfico no tiene nada que ver con ver la película, pero, aparte de que los medios sean diferentes, la historia me ha parecido nefasta, los personajes inconsistentes con los que ya conocemos, y la resolución del conflicto... Dios mío, no sabía si reír o llorar de pena. Por favor, qué malo.

OS ADVIERTO DE QUE A PARTIR DE AHORA VAN A CAER SPOILERS A CASCOPORRO. SI NO OS HABÉIS LEÍDO EL LIBRO Y QUERÉIS HACERLO (COSA QUE NO OS RECOMIENDO), DEJAD DE LEER AHORA.

La historia se centra en Albus Severus Potter (pobre crío, vaya nombre) y su mejor amigo, Scorpius Malfoy. Igual que Harry y Ron, se conocen en el tren camino a Hogwarts, y quiere la casualidad (y el sorting hat) que los dos terminen en Slytherin. Esto hace que la gente mire raro a Albus. ¿Un Potter en Sytherin? No puede ser, algo malo hay en él. También rumorean que Scorpius es, en realidad, hijo de Voldemort en lugar de Draco, que sus padres viajaron al pasado (???????) para que su madre pudiera engendrar un hijo. Así, los dos son unos marginados en el colegio, y eso hace que Albus odie Hogwarts. Encima tiene una adolescencia horrible y se lleva fatal con su padre, aunque los personajes están tan mal definidos que una no termina de entender por qué demonios se llevan tan mal, aparte de ser necesario para una historia que no se sostiene ni con alfileres.

No quiero enrollarme con el argumento, pero es tan malo que no puedo dejar de hablar de él. La trama se desarrolla alrededor de viajes al pasado. Albus quiere salvar a Cedric Digory porque no le parece bien que tanta gente muriera por su padre, y Cedric es la víctima más inocente de todas (simplemente era el sobrante, the spare). Pero como Albus no es Hermione y el niño parece tonto, cada vez que viajan al pasado (¡¡cuatro veces!!) la lían más, hasta el punto de volver a un presente en el que Harry ha muerto, Albus Severus no ha nacido, Voldemort es el rey y, ¡ay!, Snape está vivo (aunque pronto se encarga Scorpius de liarla y que se lo carguen). Descubren que Voldemort tuvo una hija con Bellatrix (¡¿CUÁNDO SE HA VISTO A BELLATRIX EMBARAZADA?!) que nació poco antes de la batalla de Hogwarts y quiere cambiar el pasado para que su padre sobreviva. Se agarra a una profecía (que no se explica de dónde ha salido) y, al no cumplirse, se da cuenta de que la profecía anterior que supuso la casi derrota de Voldemort cuando Harry era un bebé también se puede cambiar. Y, a pesar de que ya en el quinto libro queda claro que todos los medios de viajar al pasado han sido destruidos, empiezan a salir time-turners hasta de debajo de las piedras y todos se juntan en alegre biribilketa en Godric's Hollow la noche de Halloween de 1981. Derrotan a la hija, Harry deja morir a sus padres para que la profecía pueda cumplirse y nos tratan a todos de idiotas porque van descubriendo cosas por el camino que cualquiera que haya visto Regreso al futuro sabe desde los ochenta. Insultante, vamos.

Me ha enfadado mucho este libro. Los personajes son malos a matar; Snape, ¡mi Snape!, es tan poco consistente con los libros anteriores que le grité a la página. "Si consigues que Albus Severus vuelva a existir, dile que estoy orgulloso de que lleve mi nombre". ¡¿POR QUÉ?! ¡¡SI NO LO CONOCES!! ¡¡SI ES UN JODIDO LIANTE QUE CASI SE CARGA EL MUNDO!! Harry está irreconocible en su estulticia, Ron parece un payaso tonto, Hermione ha perdido toda su gracia, y Scorpius... Dios mío, han intentado juntar a Hermione y Ron en un solo personaje y el resultado es tan penoso que dan ganas de llorar. No se salva nadie, NADIE, de la quema. No hay nada en toda la historia que haya valido la pena las tres horas que he pasado con ella. Me siento estafada.

La saga de Harry Potter se acabó con el séptimo libro, alargarla solo va a hacerle daño. Me parece muy bien que saquen todos los spin-offs que quieran de personajes remotamente relacionados con la historia, o un recopilatorio de información sobre Hogwarts. Pero la historia ya ha acabado. Harry Potter es un cuarentón con tres hijos que que vive una vida suburbana feliz y se dedica a sus labores, ya está. La cicatriz no duele, Voldemort ha muerto y no hay manera de que vuelva. No. Hay. Manera. Por favor. Forzar algo así es ridículo, y el hecho de que el nombre de JK Rowling esté detrás de esta historia me apena mucho.

Resumiendo: en una escala del uno al diez, le doy un -20. Siendo generosa.

jueves, 7 de julio de 2016

La isla de los glaciares azules, Christine Kabus


Alemania y Círculo Polar Ártico, 2013. Hanna decide reajustar su vida y volver a ejercer de periodista. Pronto le encargan un cuaderno de viaje sobre el solitario archipiélago que hay más allá del Círculo Polar Ártico. (...) Cuenca del Ruhr, 1907. En lugar de seguir los deseos de sus padres y buscar un marido, Emilie hace un pacto con su hermano menor: se disfrazará de hombre y se hará pasar por él en la expedición al Ártico en la que debía participar. 

No soy yo una persona de juzgar un libro por la portada. En la biblioteca de mi casa abundan las malas portadas, lo que no significa que abunden los malos libros (aunque alguno hay). Es cierto que algunas me llaman más la atención que otras, y si son del tipo que usa Federico Moccia huyo corriendo en la dirección contraria, pero normalmente me dejo engatusar más por el título y la información de la contraportada que por el diseño de la tapa delantera.

Así que con este libro hice caso omiso a mis instintos e ignoré una portada que me resultó ñoña desde el primer segundo. Una isla, glaciares, dos mujeres de dos épocas distintas, un misterio y, sobre todo, una autora que no fuera ni española ni anglosajona, justo lo que estaba buscando (bueno, glaciares no buscaba, pero una historia protagonizada por mujeres sí). ¿Qué podía ir mal? ¡Ay! Todo. Todo ha ido mal.

Vaya por delante que no me gusta la novela histórica. Tampoco tengo especial predilección por esas novelas que parecen libros de texto y que regurgitan toda la información que el autor o autora ha recabado para escribir el libro. Y odio especialmente las novelas en las que los personajes lo saben todo sobre todas las cosas, ya sea poesía alemana, el funcionamiento de un arma o la historia de una ciudad (cualquier ciudad en cualquier lugar del mundo, quiero decir). Si la información que me estás dando no hace avanzar la historia, sobra. Vale que sepas cómo matar osos polares y que uno de tus personajes tenga que cargarse a uno, pero me importa un bledo el crecimiento del musgo ártico, la fundación de ciudades que no sé pronunciar o el apareamiento de los eideres. ¡Si ni siquiera he visto un eider en mi vida!

Pero lo peor de esta novela, para mí, han sido los personajes. Al menos tres de ellos me han sobrado porque no me han interesado lo más mínimo. No creo que hayan tenido función en toda la novela, más que de sombra de un personaje más importante, y la historia habría avanzado con mucha más ligereza si no hubieran estado presentes. Por no hablar de los personajes principales, las dos protagonistas de distintas épocas, que sumaban entre las dos todas las características que odio en los personajes femeninos: planas, ñoñas, Mary Janes (ese personaje que es perfecto, guapa, valiente pero sensible, nunca se equivoca) y, sobre todo, inverosímiles. No me he creído nada de lo que han dicho, hecho o sentido en todo el libro, porque nada de lo que decían, hacían o sentían tenía sentido en ese momento. Por ejemplo: la chica que se ha hecho pasar por su hermano se pasa varios días viviendo en  una cabaña en mitad del hielo ella sola; rescata a un perro moribundo; salva a un hombre de morir a manos de un oso polar pegándole un tiro al bicho (la primera vez que dispara a un ser vivo en movimiento, ¡venga ya!); cose una herida en la que se ve hasta el hueso; y cuando vuelve a ver a su amado tras creer que se ha marchado, ¡se desmaya! Hasta los propios personajes lo mencionan, "¿cómo es posible?". ¿¿En serio?? Si no te lo crees ni tú, ¿cómo me lo voy a creer yo?

En resumen: espero que este sea el peor libro que me leo este verano. A partir de ahora, voy a empezar a juzgar los libros por la portada, o al menos no voy a desestimarla del todo. El problema que me encuentro ahora es: ¿qué hago con el libro? Porque es de esos que no le regalaría a una amiga ni de broma. Si tuviera alguna amiga Mary Jane, quizás.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Oricalco, Julio Murillo



¿Se puede hacer la reseña de un libro que no te has podido terminar? Supongo que eso dice bien a las claras lo que piensas del libro, y qué leches, este es mi blog y las normas las pongo yo, así que sí, voy a hacer una entrada sobre el único libro en años que he tenido que dejar a medias.

Lo compré en Gijón, y lo peor es que compré dos, uno para mí y otro para una amiga. Asistí a la presentación del libro y conocí al autor, que, todo hay que decirlo, hablaba muy bien y con mucha pasión del mito de la Atlántida y me picó la curiosidad. Justo unos minutos antes había leído un artículo suyo sobre qué es novela histórica en el periódico de la Semana Negra, en el que se burlaba de Código DaVincis varios. Curioso, me dije según le escuchaba, porque la descripción de la novela parecía encajar bastante con el libro de Dan Brown. Thriller histórico, le llamó él.

Más quisiera.

A ver si os suena de algo: ataque a un museo, muertos, una obra de arte destrozada, un policía que se alía con un especialista en simbología. Ah, ¿no os suena? ¿O fingís que no os suena para que nadie pueda descubrir que os leisteis el Código? Lo único que cambia es que, en lugar de utilizar un lenguaje asequible a todo hijo de vecino y escribir breves capítulos con "cliff hangers" a gogó, el bueno de Murillo nos intenta meter una lección de historia egipcia-atlante-mundial en cada página, con muchas conversaciones del tipo "como bien sabes, Joe, las pirámides se construyeron en el año..." que me hacían rechinar los dientes. Sumado a eso personajes más que planos, una pareja sin chispa cuyo miembro femenino se pasa el libro llorando o riéndole las gracias a su compañero y una trama demasiado simplona, hacen del Código DaVinci, por comparación, una obra de arte. Os lo digo yo, que me enganché tremendamente al libro de Dan Brown y hasta me leí todo lo que tenía publicado hasta entonces (eran otros tiempos; no era tan gafapasta como ahora). Lo que más me duele es que mi amiga se lo leyó entero. Nunca tuve intención de herirla de esa manera.

Resumiendo: alejaos. Malo, malo, malo. Hasta tenía faltas de ortografía, no os digo más. Horrible.

sábado, 9 de enero de 2010

El mapa del tiempo, Félix J. Palma


La crítica de este libro puede ser tan corta como lo siguiente: es el peor libro que recuerdo haber leído. Así de sencillo. Sin eufemismos, sin medias tintas. Lo he odiado desde la primera página. Pero lo he leído. Sí, lo he leído.

Todo el mundo me pregunta por qué hago eso, cómo lo consigo. “Si no te gusta, déjalo”, me dicen, pero no puedo. Primero, porque soy hija de mi madre y me duele gastarme 22 euros en un libro que no voy a leer. Segundo, porque creo que Stephen King tiene razón cuando dice que de un mal libro se pueden aprender muchas cosas. De este libro he aprendido mucho. He aprendido todo lo que no se debe hacer en una novela de más de seiscientas páginas.

Y como hay tantas cosas que no me han gustado y no quiero eternizarme en un libro que recomiendo no compre nadie, voy a hacer una lista que resuma los puntos más importantes:

1. La cubierta de un libro no debe mentir. Lo compré precisamente porque me atraía lo que decía la contraportada, un libro sobre viajes en el tiempo y huidas a través de los siglos de un escritor que me ha tocado leer este año. Los únicos viajes temporales reales se dan en las últimas 50 páginas. El resto sobra.

2. No hace falta acompañar cada nombre con un adjetivo. De verdad. La frase no queda más bonita, ni dice más. Cansa. Agota.

3. Una frase nunca, nunca, debería ocupar más de dos o tres líneas, jamás dos páginas enteras. Eso pertenece a otro siglo, a otros lectores, a otro mundo.

4. Si estás describiendo una acción, no la pares para contarme lo que está pensando el protagonista y aprovechar para meterme un flashback que interrumpa el presente. De verdad, no me importa esperar para saber que de pequeño se rompió el brazo. Quiero saber qué pasa ahora. Ya.

5. No me hace falta saber el pasado de todos y cada uno de los personajes que habitan la novela. Ese “extra” que pasa por la calle es sólo eso, un extra, no me importa que su nieta muriera de escarlatina hace cuatro años y que piensa en ella cada vez que enciende los faroles.

6. No me presentes a cada personaje con cuatro páginas de historia previa, por favor. No me hace falta saberlo todo sobre él.

7. Si no se te da bien escribir en primera persona, no escribas cartas que hablen en tercera. No escribas cartas, punto.

8. Varias veces durante el libro, un personaje le cuenta a otro algo que el lector ya sabe porque ha ocurrido varias páginas antes. Con un breve “le contó lo sucedido” hubiera bastado, no me hacía falta leerlo otra vez. Bastante difícil fue la primera.

9. Un narrador omnisciente no es una persona, si acaso sería un ente más cercano a un dios que a un personaje. No vale decir “yo, que todo lo veo” varias veces en cada página. No hay un yo omnisciente. No es un personaje. Repito, no es un personaje.

10. El libro está ambientado en el Londres de finales del siglo XIX. Todos los personajes son ingleses, con nombres ingleses, ninguno ha salido de la isla, por tanto se supone que, aunque el libro esté escrito en castellano, debemos imaginar que entre ellos hablan en inglés. Entonces, ¿cómo leches van a pasar de un trato de usted a un tuteo? El inglés no tiene usted. Es un atentado contra la credibilidad de la obra.

11. No me hagas un resumen al final del libro. No me digas cómo se supone que he tenido que leerlo, no me digas lo que he tenido que entender. Soy yo quien lee el libro y saca sus propias conclusiones, no eres nadie para indicarme lo que debo entender.

12. No te metas con Henry James. Tú no. Cualquier otro, pudiera ser, pero tú no. No eres quién ni para mencionar su nombre sin sonrojarte.

13. No estás escribiendo un libro de historia. No me cuentes cada fecha de cada invento o de cada libro publicado en el siglo. Bastante pesado se hace ya seguirte.

14. “Traímos” no es una palabra, la conjugación correcta es “trajimos”. Ya sé que esto no es culpa del autor, pero es la gota que colma el vaso.

Lo peor es que este libro ha vendido más de 25.000 copias (lo que no significa que le haya gustado a nadie, yo también lo compré) y está traducido, o lo va a ser en breve, a no sé cuántos idiomas. De verdad, en comparación, “El código Da Vinci” es una obra de arte. Huid de él en las librerías.