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lunes, 5 de abril de 2010

El concierto



Un antiguo director de orquesta al que el viejo régimen comunista dejó sin trabajo hace treinta años urde un plan para llevar a una falsa orquesta del Bolshoi a París y así poder terminar el concierto de Tchaikovsky que no le permitieron acabar en su día. Después de dos semanas reclutando a viejos músicos, consigue reunir a su antigua orquesta y, sin haber ensayado una sola nota, se ponen en marcha hacia París. Sólo pone una condición: que la violinista solista sea una conocida joven francesa a cuya mánager conoce más que bien y a quien revelará buena parte de su vida a lo largo de la película.

Impresionante y preciosa película que, desgraciadamente, no llegará a todos los cines porque es una producción europea y ya se sabe que eso no vende tanto como las americanas. La primera vez en mi vida que me emociono con música clásica -soy una inculta musical, qué le vamos a hacer-. Preparaos para sonreír, reír abiertamente y llorar a moco tendido, todo casi al mismo tiempo, en una película que dura dos horas, que te mete un concierto entero y que te da la sensación de que dura un suspiro. Hacía mucho tiempo que no veía a hombres de cincuenta años salir de la sala del cine con los ojos como puños y el kleenex en la nariz.

Preciosa. Vedla si podéis. Cinco estrellas.

domingo, 21 de marzo de 2010

Los hombres que miraban fijamente a las cabras



Es difícil resistirse a una película con semejante título, más aún si está protagonizada por Ewan MacGregor, George Cluney y Jeff Bridges. Eso pensé yo ayer, cuando pasé delante del cine y me dije, "mira tú, qué buen plan para esta noche". En mala hora. Señor, en mala hora.

¿De qué va la película? No tengo ni idea. Por lo que me pareció entender, una facción del ejército de los Estados Unidos lucha con sus poderes mentales, no con sus cuerpos, o eso al menos le dicen a un pobre Ewan, un reportero que no se sabe cómo ha llegado allí, más perdido que un pulpo en un garaje. Todo es una parodia, nada se toma en serio. Sólo con el poder de la mente, cabras y hámsters caen rendidos, muertos en el acto, o al menos eso dicen. Pero Ewan no ve pruebas de ello. Hasta el final. Porque al final resulta que él también tiene lo necesario para ser (al loro) un guerrero Jedi.

El mejor golpe de la película es, precisamente, cuando George Cluney intenta explicarle al mismísimo Oby Uan Kenoby (socorro, no me matéis, no sé cómo se escribe) lo que es un guerrero Jedi y el pobre Ewan le dice que no sabe de qué le está hablando. El resto, completamente olvidable. Casi siete euros desperdiciados en una película en la que, eso sí, los actores debieron pasárselo como niños. Jeff Bridges otra vez en su papel de Dude Lebowsky, hilarante. Aparte de eso, mejor quedarse en casa.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Películas: Dogma



Ayer, después de pasarme la tarde estudiando fonética, me entró un agobio del quince pensando que mi pronunciación era cuando menos deficiente (más bien horrenda) y me hice la firme promesa -otra más- de ver una película o escuchar una grabación al día que me permita ir haciendo oído. Mirando en mi videoteca me di cuenta de que todas las películas que tengo las he visto recientemente y, como no me apetecía bajar al videoclub, eché mano de una que tenía en el ordenador, que hacía mucho que no veía: Dogma. Enseguida me di cuenta de lo acertado de mi elección.

"Dogma" es una película hecha a mi medida. Aparte de que mi querido Alan tiene un papel estupendo, aunque no sea muy protagonista, la temática de la cinta es una de las mejores que he visto nunca. Dos ángeles que en su día fueron expulsados del paraíso por no querer acatar las órdenes de Dios han encontrado una puerta trasera por la que colarse de vuelta. Su regreso supondría probar que Dios es falible, que se puede equivocar, y eso equivaldría al fin del mundo y de la existencia. El ángel Metatrón es enviado a la Tierra para pedirle al último miembro de la familia de Jesús (que trabaja en una clínica abortista) que le ayude, ya que Dios ha bajado a a la Tierra en una de sus excursiones mensuales y no consiguen dar con ELLA. Para ayudarla, la protagonista contará con la inestimable colaboración de Jay y Bob, dos obsesos del sexo, y el apóstol número trece, que fue eliminado de la Biblia por ser negro. La misión de este último es también recordar a la gente que Jesús era negro.

Todo esto salpimentado con hilarantes guiños a las musas, a los profetas y a diferentes hechos bíblicos que consiguen no ofender a nadie, porque no creo que haya nadie que pueda ofenderse con frases como "Jesús odia que se creen guerras en su nombre", o "Dios no quiere que haya creencias, sino ideas; puedes cambiar de idea, pero cambiar una creencia es mucho más difícil". Para una atea como yo, es el caramelo perfecto para una tarde de domingo.

Altamente recomendable para pasar un buen rato y quedarse con un regusto estupendo en los labios. A nadie dejará indiferente la actuación de Alan Rickman, desternillante, y hasta Ben Affleck hace un papel más que decente. Caras tan conocidas como Salma Hayek o Chris Rock amenizan una cinta que se disfruta del minuto uno hasta el final, donde Alanis Morrissette (perdón por las faltas de ortografía en el nombre) aparece como Dios.

Simplemente, genial.