Vuelvo a este blog después de muchos, muchos meses, como si de una resolución de año nuevo se tratara (y algo de eso hay, para qué engañarnos). No he dejado de leer, sólo he dejado de contar cosas sobre los libros que leo por razones múltiples. Puedo echarle la culpa a la falta de tiempo, a la falta de libros interesantes, a la falta de inspiración... Pero al final del día lo que cuenta son las ganas que una tiene de hacer las cosas, y seamos sinceras: no he tenido muchas ganas de hacer reseñas. A ver si el 2014 me trae algo más de potencia y puedo poner esto al día.
Empiezo el año con mi querida Elizabeth George y su nuevo libro de misterio Just One Evil Act. En éste se continúa la historia que apenas se menciona en el libro anterior, cuando Barbara Havers vuelve a casa y se encuentra con que su vecina Haddiyah, una niña de nueve años, ha sido "secuestrada" por su madre para desesperación de su padre, el hombre que la ha criado durante el tiempo que su mujer se marchó y dejó a su familia por otro hombre. Taymullah Azhar no tiene derechos sobre la pequeña porque su nombre no está en la partida de nacimiento como castigo por no haberse querido divorciar de su primera mujer para casarse con Angelina, su nueva pareja, y ni Havers ni el inspector Linley podrán hacer nada por encontrar a su hija. Pero Barbara no se da por vencida, porque entonces no sería Barbara, y acompaña a Azhar a un detective privado para que consiga encontrar a su hija en cualquier lugar del mundo. Lo que Barbara no sabe es que no todos los detectives son de fiar, y un padre desesperado puede llegar a hacer cosas desesperadas.
No quiero destripar demasiado el argumento de la novela, porque, como en todas las novelas de misterio, lo mejor es ir descubriendo paso a paso lo que ocurre en la historia. Solo diré que Haddiyah es localizada, pero no en el Reino Unido sino en Italia, y su presencia allí se hace sabida cuando la madre acusa a Azhar del secuestro de su pequeña (otra vez, sí, pero esta vez se la han quitado a la madre). A partir de ahí, una larga lista de sucesos llenan las setecientas páginas del libro, con viajes desesperados a Italia de un padre acongojado, una Barbara medio enloquecida que cabrea a todos sus superiores y no escucha razones y un Linley resignado a quien no le queda otra que acudir a Italia a poner en marcha sus dotes lingüísticas (¿conocéis a algún lord inglés que hable italiano? Yo tampoco, pero en el mundo de Elizabeth George debe ser muy normal). Todo muy en la línea de George, con la diferencia de que la mitad del libro está situado en Lucca, Italia.
El libro, como todos los de esta autora, es más que aceptable en su función de libro de descanso y encefalograma plano, y lo recomiendo a todos aquellos a quien les apetezca desconectar de la vida real con un libro de misterio. Yo lo empecé emocionada porque la protagonista iba a ser Barbara Havers, mi personaje favorito de la serie por irreverente y descarada, pero pronto me encontré a mí misma gritándole al libro cada vez que aparecía en sus páginas. ¿Os imagináis a una agente de Scotland Yard dejando su trabajo para ir a investigar una desaparición por su cuenta? ¿Qué pasaría en la vida real si una persona dejara su trabajo sin consultar a sus jefes y se fuera a Italia a trabajar en un caso, mintiendo y diciendo que va en nombre de Scotland Yard? Estaba acostumbrada a que Thomas Linley le sacara las castañas del fuego y diera la cara por ella, pero precisamente Linley es el último en enterarse de lo que Havers trama (veintipico libros tiene la serie y Havers no ha aprendido todavía que la única persona en el mundo de quien se puede fiar es Linley), y el resto de cabezas pensantes terminan [spoiler ahead] perdonando las irreverencias y las salidas de tono de una Havers que ha perdido la cabeza y el control de sus actos. La mujer llega al punto de contactar a un periodista de prensa amarillista para que saque la noticia del secuestro de Haddiyah y esto, a la larga, se le escapa de las manos y termina como una espada de Damocles sobre su cabeza. Pero al final todo le sale bien. Porque es Barbara Havers y, seamos sinceros, es la favorita de George tanto como lo es mía.
Como digo, buena lectura vacacional, buena manera de desconectar y volver al mundo de las reseñas. Pero el libro tiene un gazapo muy gordo y no he podido disfrutar de él todo lo que me hubiera gustado por fijarme en él todo el rato: a George no le han debido informar de que los ciudadanos europeos no necesitan pasaporte para viajar por Europa. No sé en cuántos momentos se menciona la retirada del pasaporte para impedir viajar a un sospechoso. Este fallo, viniendo como viene de una escritora superventas, me parece garrafal. Con todo lo que me gusta, colleja para usted, señora George.
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