La historia empieza cuando Beto recibe un mensaje de amor de su novia al móvil que sabe que no es para él mientras está en un congreso en Munich con ella. Marta ha vuelto con su antiguo novio, su relación de cinco años está a punto de desaparecer, su empresa de paisajismo hace aguas por todas partes y, herido en lo más hondo, decide no volver a Madrid con su ya ex novia y quedarse unos días más en Munich, sin un duro ni lugar donde caerse muerto. Tres cuartas partes de la novela narran las vicisitudes del protagonista en los dos días extras que se queda en Alemania, y le vemos deambular sin dinero, sin ideas y sin casi energía en un escenario invernal en el que no conoce más que a Helga, la guía sexagenaria del congreso, que es quien al final le da cobijo y le saca las castañas del fuego. Ciento sesenta páginas de novela con un solo narrador, con un diálogo incluido sin marcas en el monólogo y con un lenguaje actual y, para mi gusto, un tanto soez a ratos que más parece una conversación que un texto escrito. La crisis económica está presente en cada página, la precariedad laboral, lo difícil que lo tienen los jóvenes para ganarse la vida, y a esa crisis de fuera hay que unir la sentimental, que lleva a Beto a hacer algo que quizás no hubiera hecho si Marta nunca hubiera roto con él (y por su antiguo novio, además).
Como digo, un libro que se lee fácil, puro entretenimiento, aunque no sé hasta qué punto puedo decir que me ha gustado. No me ha dejado buen poso. No he conseguido coger cariño al protagonista ni interesarme por su deambular, y el final me ha parecido demasiado ficticio hasta para ser una obra de ficción, no me lo creo. Dudo que vaya a recomendar este libro a nadie; más bien pasará a ser parte del montón de "libros para reciclar" cuando haga mi tan prometida limpieza de biblioteca para hacer hueco a libros que, digamos, merecen estar entre los agraciados con un hueco en mis sobrepobladas baldas.