sábado, 1 de mayo de 2010
This Body of Death, Elizabeth George
Qué ganas tenía, madre, qué ganas, de volver a encontrarme con el inspector Linley y, sobre todo, con Barbara Havers y su cínica forma de ver la vida. Tantas ganas tenía que me he llevado el libro, de tapas duras y un peso aproximado de kilo y medio, a su lugar de origen, a Inglaterra, y allí me he dedicado a seguir las andanzas de la investigación casi en tiempo real. He visitado las calles en las que los personajes vivirían si fueran reales -y Elizabeth George tuviera el poder de hacerles vivir donde a ella le diera la gana-, he ido a los lugares que se mencionan en el libro, aunque me he dejado unos cuantos porque, tonta de mí, no los he apuntado mientras leía. He leído en inglés británico mientras oía a la gente a mi alrededor hablar en inglés británico. Cheers, mate. Cómo lo he disfrutado.
La historia en sí también, por supuesto, y tengo que decir que mucho más que el último libro de Linley que George sacó a la calle. Aunque el personaje de Linley no termina de gustarme en esta nueva etapa -sí, ya sé que su vida ha dado un giro de ciento ochenta grados, pero no termino de creerme al nuevo Linley y, desde luego, no me gusta un pelo-, la que está inconmensurable, inmensa y fantástica es Barbara Havers, de vuelta con su humor ácido y su irreverencia, pero demostrando siempre que tiene un corazón más grande que el Big Ben. Un ejemplo: su vecina, una niña de nueve años, le ha comprado un traje para que su nueva jefa deje de meterse con su forma de vestir. Barbara, agradecida, sabe que tiene que ponérselo para no hacerle un feo y comprende que tiene que afeitarse las piernas, pero se da cuenta de que no tiene espuma para hacerlo. Así que, ¿qué hace? Usar lavavajillas. Práctica como ella sola.
Del misterio que ocupa el libro no me atrevo a hablar, porque no quiero dar pistas sobre la trama. Lo importante no es descubrir al asesino de Jemima, sino entender quién tenía motivos para matarla y, sobre todo, qué esconden los personajes de alrededor. Todo está relacionado, todos se conocen. ¿O no? Entre Linley, Winston Nkata, Barbara Havers y la nueva superintendente Ardery (que, me temo, va a seguir en los próximos libros mal que me pese) descubrirán que no es oro todo lo que reluce, y que algunos errores no se pueden subsanar.
Lectura perfecta para los amantes de la novela criminal con especial atención al toque humano. Pero si sois nuevos a los libros de Elizabeth George, empezad mejor con A Great Deliverance para entender mejor las relaciones entre los personajes. Luego os podéis saltar los catorce libros que hay entre medio, pero ese es un "must read".
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