sábado, 4 de septiembre de 2010

Oricalco, Julio Murillo



¿Se puede hacer la reseña de un libro que no te has podido terminar? Supongo que eso dice bien a las claras lo que piensas del libro, y qué leches, este es mi blog y las normas las pongo yo, así que sí, voy a hacer una entrada sobre el único libro en años que he tenido que dejar a medias.

Lo compré en Gijón, y lo peor es que compré dos, uno para mí y otro para una amiga. Asistí a la presentación del libro y conocí al autor, que, todo hay que decirlo, hablaba muy bien y con mucha pasión del mito de la Atlántida y me picó la curiosidad. Justo unos minutos antes había leído un artículo suyo sobre qué es novela histórica en el periódico de la Semana Negra, en el que se burlaba de Código DaVincis varios. Curioso, me dije según le escuchaba, porque la descripción de la novela parecía encajar bastante con el libro de Dan Brown. Thriller histórico, le llamó él.

Más quisiera.

A ver si os suena de algo: ataque a un museo, muertos, una obra de arte destrozada, un policía que se alía con un especialista en simbología. Ah, ¿no os suena? ¿O fingís que no os suena para que nadie pueda descubrir que os leisteis el Código? Lo único que cambia es que, en lugar de utilizar un lenguaje asequible a todo hijo de vecino y escribir breves capítulos con "cliff hangers" a gogó, el bueno de Murillo nos intenta meter una lección de historia egipcia-atlante-mundial en cada página, con muchas conversaciones del tipo "como bien sabes, Joe, las pirámides se construyeron en el año..." que me hacían rechinar los dientes. Sumado a eso personajes más que planos, una pareja sin chispa cuyo miembro femenino se pasa el libro llorando o riéndole las gracias a su compañero y una trama demasiado simplona, hacen del Código DaVinci, por comparación, una obra de arte. Os lo digo yo, que me enganché tremendamente al libro de Dan Brown y hasta me leí todo lo que tenía publicado hasta entonces (eran otros tiempos; no era tan gafapasta como ahora). Lo que más me duele es que mi amiga se lo leyó entero. Nunca tuve intención de herirla de esa manera.

Resumiendo: alejaos. Malo, malo, malo. Hasta tenía faltas de ortografía, no os digo más. Horrible.